La protusión discal L4L5 es una de las patologías de espalda más comunes y no siempre causa dolor de espalda; por eso es importante identificarla correctamente.
En este artículo hablaremos de los factores de riesgo, cuáles son sus principales síntomas y el tratamiento recomendado.
Factores de riesgo de la protusión discal L4 L5
- Genética
- Debilidad muscular
- Exposición a cargas repetidas
- Tabaquismo
- Ausencia o poca actividad física
- Tabaquismo
- Alteraciones de captores posturales
- Fijación (hipomovilidades) de segmentos vertebrales adyacentes
- Sedentarismo
- Falta de descanso
- Obesidad
- Carencias en la nutrición
- Traumatismos como caídas de nalgas o accidentes de tráfico
- Esfuerzos por movilización de cargas pesadas
Síntomas de la protusión discal L4 L5
- Dolor lumbar bajo y en zona de glúteos que aumenta con:
- Extensión y flexión lumbar
- Rotaciones lumbares
- Inclinación lumbar
- Estornudos y tos
- Esfuerzos de carga
- Sedestación prolongada
- Elevación de pierna
- Flexión cervical
- Incapacidad de desplazamiento
- Rigidez
- Contractura y espasmo muscular
- Sensación de quemazón u hormigueos en zona lumbar y piernas
- Debilidad de la musculatura y falta de control
Recorrido del dolor
El dolor de una protrusión discal L4-L5 se sitúa a nivel lumbar bajo y en la zona glútea superior.
Hay ocasiones en las que dependiendo del grado de degeneración del disco y tamaño de la protrusión el dolor puede llegar a recorrer la cara lateral y anterior del muslo y la pierna llegando hasta el pie.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial nos sirve para contrastar si la protrusión es la causante real del dolor y otros síntomas o, por el contrario, son otras causas las que los desencadenan a pesar de que en las imágenes radiológicas aparezca la protrusión.
Hemos de recordar que la protrusión es un proceso degenerativo que no surge de la noche a la mañana y que en muchos casos está presente sin síntomas.
Hacer un buen diagnóstico diferencial, además de descubrirnos la causa del dolor nos permitirá plantear un tratamiento adecuado y ajustado a la causa del dolor.
A continuación se exponen algunas lesiones o patologías que pueden generar una dolencia similar a la que podría ocasionar una protusión L4-L5:
- Esguince de ligamentos lumbar
- Edema discal
- Alteraciones viscerales en intestinos, riñón y útero que generen dolor referido
- Contractura en músculos lumbo-pélvicos como psoas iliaco y cuadrado lumbar
- Artrosis lumbar
- Síndrome de atrapamiento del nervio ciático
- Bloqueo de articulación sacro-ilíaca
- Lesiones óseas como: Edema óseo, tumor, fractura
En relación al bloqueo de articulación sacro-ilíaca, será una de las posibilidades a tener en cuenta ya que hipomovilidades a nivel de la pelvis generan procesos de hipermovilidad y dolor en la región lumbar media y baja.
Para descartar esta opción, la vía más sencilla es la de llevar a cabo el test ortopédico balística pélvica que nos orientará en conocer si el origen del dolor es pélvico o lumbar.
Tratamiento de la protusión discal L4 L5
El tratamiento de la protusión L4-L5 va a depender de la clínica y duración en el tiempo de los síntomas.
En cualquier caso, ante la presencia de una protusión L4-L5 y, siendo esta la responsable de los síntomas que refiere el paciente una vez llevado a cabo el diagnóstico diferencial, la primera vía de elección será el tratamiento conservador que en muchas ocasiones suele acompañarse de tratamiento farmacológico recetado por el médico.
El tratamiento conservador pivota sobre intervenciones de terapia manual como osteopatía que van dirigidas a favorecer la reabsorción del disco a través de movimientos de bombeo y a estimular la actividad del sistema nervioso vegetativo.
Hay evidencia contrastada de que la combinación de la terapia manual con procesos de rehabilitación a través de ejercicio terapéutico y movimiento activo por parte del paciente ofrecen pronósticos favorables en una amplia mayoría de los casos.
En ocasiones, si el dolor es muy limitante se hace uso de técnicas de fisioterapia invasiva como EPI y neuromodulación que nos ayudan a regenerar las estructuras dañadas y a reducir el dolor.
En caso de que el tratamiento conservador no consiga los resultados esperados, queda la vía quirúrgica en la que se recurre a intervenciones como infiltraciones, rizolisis o artroplastias.
A pesar de ello, hemos de tener en cuenta que la gran mayoría de las protusiones tienden a absorberse de forma espontánea y este es un proceso que puede durar de semanas a años.
Para determinar qué vía terapéutica elegir, será importante atender a las particularidades de cada caso.
Del mismo modo, la prevención es la mejor estrategia y tanto para evitar que este tipo de cuadros se den como para eludir recidivas, será importante minimizar los factores de riesgo que predisponen al desarrollo de la protusión.
En RIBER Center podemos ayudarte si sufres una protusión discal L4L5. No dudes en contactar con nosotros.
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